Las estatinas son un grupo de fármacos que se emplea fundamentalmente para reducir los niveles del colesterol que perjudica a nuestras arterias, el denominado colesterol LDL (C-LDL). A lo largo de los años, han ido apareciendo diferentes estatinas. Actualmente contamos con las siguientes:
Estos fármacos inhiben una enzima, la cual conocemos como la hidroximetilglutaril Coenzima A reductasa. Al hacerlo, bloquean un paso fundamental en nuestro organismo para la fabricación del colesterol.
Esto supone una reducción en el colesterol intrahepático que conduce a un aumento de actividad de los receptores que retiran el colesterol LDL de la circulación sanguínea, reduciendo así sus niveles y su capacidad de dañar las arterias. Además, la mayoría de las estatinas son capaces de aumentar ligeramente el colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (C-HDL), el denominado colesterol bueno, que “limpia” las arterias y reducir los niveles de triglicéridos (TG). Actualmente, las estatinas son consideradas la base del tratamiento farmacológico para reducir los niveles de colesterol LDL, siempre acompañadas de una dieta apropiada y un estilo de vida saludable (1).
A día de hoy, existen cientos de estudios científicos de diferentes tipos y realizados por distintos grupos de investigadores de todo el mundo que demuestran que el colesterol LDL se asocia al desarrollo de aterosclerosis en nuestras arterias y que a mayor nivel de colesterol LDL, mayor es la afectación de las mismas (1,2). Además, también está demostrado que reduciendo el colesterol LDL con estatinas, además de otros fármacos como el ezetimibe y los inhibidores de PCSK9, se controla la aparición de aterosclerosis en las arterias de nuestro organismo y, como consecuencia de ello, se reduce la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio, un ictus o problemas en la aorta o en las arterias de las piernas (1,3).
Existen otros tratamientos que también han demostrado reducir los niveles de colesterol LDL y la probabilidad de eventos cardiovasculares, como son el ezetimibe y los inhibidores de PCSK9, pero la evidencia que respalda al empleo de estatinas es mucho mayor, entre otros motivos, por haberse descubierto hace más tiempo. Es por ello por lo que las principales Sociedades Científicas implicadas en el tema, recomiendan las estatinas como primer escalón en el tratamiento para reducir las cifras de colesterol LDL, sin descartar su uso combinado con ezetimibe o inhibidores de PCSK9 cuando está indicado o el empleo de estos últimos sin estatinas en caso de existir intolerancia a las estatinas (4).
Es importante matizar en este punto que hay otros fármacos y productos del tipo de los alimentos funcionales que, si bien han demostrado reducir discretamente los niveles de C-LDL, no han sido capaces, hasta el momento, de demostrar que esa reducción se asocia a beneficios clínicos (5).
Aunque la evidencia científica que los respalda no es tan extensa como la que soporta sus beneficios por reducir el colesterol LDL, las estatinas podrían tener otros efectos beneficiosos no relacionados con el efecto hipolipemiante, entre los que destaca un efecto anti-inflamatorio (6) (Tabla 1).
Las estatinas son un grupo de fármacos muy seguros. La probabilidad de aparición de efectos secundarios graves como la rabdomiolisis o a afectación de células hepáticas es muy poco frecuente y suele aparecer en personas añosas, que toman muchos medicamentos o que padecen insuficiencia renal. Sin embargo, la aparición de efectos secundarios leves es más frecuente, en hasta un 10% de las personas que lo toman y están relacionados con la dosis que usan. Los más frecuentes son las mialgias y la elevación en la analítica de unas enzimas hepáticas, las transaminasas. Son efectos secundarios que desaparecen sin dejar secuelas al suspender o reducir la intensidad del tratamiento (7).
Además de su poder reductor del colesterol LDL, se le atribuyen a las estatinas los siguientes efectos:
Aunque como todo fármaco, puede tener efectos secundarios, las estatinas son un grupo de medicamentos con mucha experiencia y muy seguros cuando están adecuadamente indicados. A día de hoy, podemos decir que es una gran suerte poder contar con ellas cuando las necesitamos.
Leopoldo Pérez de Isla, Especialista en Cardiología.
Unidad Médica Angloamericana. Madrid.
Comité científico Fundación Hipercolesterolemia Familiar. Madrid.
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