Los síntomas derivados de distintas enfermedades dermatológicas se conocen comúnmente con el nombre de alergia al sol. Esto se debe a que estas patologías tienen en común la reacción de la piel al sol.
Estas reacciones suelen ser más comunes en mujeres de entre 15 y 35 años y surgen cuando aumenta la exposición al sol, especialmente a los rayos UVA.
Entre las enfermedades más frecuentes denominadas como alergia al sol se encuentra la erupción polimórfica lumínica. Esta patología suele sufrirse en primavera y a comienzos de verano y se caracteriza por la aparición de bultos pequeños y pápulas, especialmente en la cara y el escote; en ocasiones también aparecen en el dorso de los brazos y los pies.
Los síntomas de una reacción alérgica al sol pueden ser muy variados, ya que dependen también del problema que lo cause.
Entre los más comunes destacan los siguientes:
Si tienes alguno de estos síntomas, lo más recomendable es que acudas a tu experto en dermatología o alergologia y que él decida el tratamiento.
Un medicamento, producto químico o enfermedad puede hacer que tu piel sea más sensible al sol.
Si bien esto es cierto, también lo es que aún no se sabe el motivo exacto de por qué algunas personas tienen estas reacciones alérgicas y otras no.
Los principales factores de riesgo son:
Lo mejor para protegerte es quedarte a la sombra y cubrirte con sombreros. Además es recomendable evitar la utilización de telas finas o de tejidos sueltos porque los rayos UV pueden pasar a través de estos.
También es recomendable no exponerte al sol cuando los rayos son más fuertes, es decir, entre mediodía y las cuatro de la tarde; además, se recomienda que utilices gafas de sol.
Además, es muy recomendable que cuando llegue primavera vayas aumentando gradualmente tu exposición al sol y que esta no pase de 20 o 30 minutos al día. Esto se realiza para que tu piel pueda producir suficiente melanina y defenderse de manera natural de los efectos del sol.
Si no te queda más remedio que estar en una zona soleada, recuerda cubrirte bien con un protector solar con FP alto, mínimo 30, y que filtre los rayos UVB y los UVA de onda larga. Es importante que recuerdes aplicartelo en capa gruesa, al menos, cada dos horas.
En definitiva, tener alergia al sol implica un mayor cuidado pero no te va a impedir llevar a cabo una vida normal y te va a permitir pasar un buen verano.
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