El corazón también se entrena: cómo moverse con seguridad
El ejercicio es una de las mejores medicinas que existen. Sin embargo, cuando se diagnostica una enfermerdad del corazón, como hipertensión, insuficiencia cardíaca o arritmia, muchas personas sienten miedo a retomar la actividad física.
Esa duda es comprensible, pero quedarse quieto también puede ser un riesgo: la inactividad debilita el corazón, reduce la capacidad pulmonar y afecta el bienestar emocional.
El movimiento, cuando está bien planificado, ayuda al corazón a fortalecerse, mejora la circulación y controla la presión arterial. La clave está en hacerlo con supervisión y bajo parámetros seguros, definidos por un especialista en cardiología.
Beneficios del ejercicio en pacientes con enfermedad cardíaca
Estudios médicos han demostrado que la actividad física regular:
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Mejora la función del músculo cardíaco y la oxigenación.
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Disminuye los niveles de colesterol LDL y triglicéridos.
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Ayuda a controlar la glucosa y el peso corporal.
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Aumenta la capacidad de esfuerzo sin provocar síntomas.
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Reduce el estrés y la ansiedad, factores que también afectan al corazón.
El secreto no es cuánto se hace, sino cómo y con qué control.
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Cómo se evalúa la capacidad de esfuerzo
Antes de recomendar cualquier tipo de ejercicio, el cardiólogo realiza una valoración funcional que puede incluir:
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Electrocardiograma en reposo y de esfuerzo.
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Ecocardiograma para analizar la estructura del corazón.
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Control de presión arterial y saturación de oxígeno.
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Revisión de medicación y factores de riesgo asociados.
Según los resultados, se determina el nivel de esfuerzo ideal y el tipo de actividad más adecuada.
Ejercicio recomendado según cada caso
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Caminatas o marcha suave: ideales para comenzar, de 20 a 30 minutos al día.
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Bicicleta estática o elíptica: controlan el ritmo y evitan impactos articulares.
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Ejercicios acuáticos: mejoran la capacidad cardiovascular con menor carga muscular.
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Fortalecimiento con peso ligero: mantiene la masa muscular y la postura.
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Estiramientos y respiración: favorecen la relajación y el control del estrés.
Las actividades de alta intensidad o competitivas deben evitarse salvo indicación expresa del especialista.
Cuándo detener la actividad
El cuerpo avisa cuando el corazón necesita una pausa. Si aparecen síntomas como falta de aire, dolor torácico, mareos o fatiga extrema, se debe suspender el ejercicio y consultar al cardiólogo de inmediato. El objetivo no es alcanzar el límite, sino mantener el equilibrio.
Relación con otras especialidades
La práctica de ejercicio en pacientes cardíacos se coordina con otras áreas de la salud:
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Medicina Interna: para controlar enfermedades metabólicas o hipertensión secundaria.
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Endocrinología: cuando existe diabetes o desequilibrio hormonal.
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Nutrición y Psicología: para fomentar hábitos sostenibles y reducir la ansiedad.
Si tienes dudas sobre cómo afecta tu salud general al corazón, consulta también nuestro artículo:
Medicina Interna: síntomas tempranos de enfermedades sistémicas
Moverse con conciencia es cuidar el corazón
El ejercicio no está prohibido para quienes tienen una enfermedad del corazón; está prescrito con inteligencia. Caminar, respirar, estirarse o subir unas escaleras pueden convertirse en auténticas terapias de recuperación, siempre que haya un seguimiento médico adecuado.
En Unidad Médica Madrid, nuestros especialistas en cardiología diseñan programas de actividad física adaptados a cada paciente, teniendo en cuenta su diagnóstico, medicación y objetivos personales.
Cuidar el corazón es moverse con respeto, conocimiento y confianza.Y el primer paso, como siempre, comienza con una consulta.
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